miércoles, 13 de junio de 2012

REBECCA LOLOSOLI - KENIA

LA MATRIARCA DE UMOJA


¡ Hola Amigos !

La entrada de hoy está dedicada a la aborígen keniana Rebecca Lolosoli, fundadora de Umoja, una aldea ubicada en las cercanías del Reservado Nacional de Samburu. Su historia pone al desnudo  una vez más, la injusta situación sociolaboral, cultural  y religiosa que sufren cientos de miles de mujeres a lo ancho y largo de nuestro planeta, cuyos inalienables derechos a una vida digna no son respetados, simplemente por el hecho de haber nacido mujer.
Rebecca, considerada una mujer problemática por los hombre de su aldea, es el ejemplo de una mujer valiente y emprendedora, que, a pesar de haber sido víctima de todo tipo de adversidades y vejaciones se revela ante la injusticia y emprende una lucha de emancipación en defensa de sus derechos y el de sus congéneres.
Rebecca, nace pequeña aldea en Wamba.  Al igual que las otras niñas de la aldea, fue víctima de la mutilación genital, ejercitada según la tradición cultural, que desgraciadamente aún es vigente en muchas zonas de Kenia y otros países. Pasa su niñez y adolescencia avocada a las típicas labores domésticas asignadas a las mujeres, ir a buscar y acarrear agua y leña, trabajar en el campo, cocinar, lavar, cuidar a los niños y a los ancianos, etc.

A diferencia de otras jóvenes más desafortunadas, ella pudo aprender a leer y escribir y hasta hacer un curso de enfermería, el cual no terminó por considerar, como ella misma dice,  por falta de  derechos. Al casarse a los 18 años, pasa de la subordinación al control y antojo paterno, a la dominanción de su marido, con el que se prolongará su estado de total dependencia social  y económica, ineherente ahora, a su status de mujer casada.

En más de una oportunidad, mientras vendía sus productos en el mercado, fue acosada y golpeada por algunos hombres del pueblo quienes consideraban que las mujeres no podían ser vendedoras.  A causa de los golpes que le propinaron en una oportunidad tuvo que ser hospitalizada. Dada la reprobación de su familia, la indiferencia de su marido y el desinterés de las autoridades ante los hechos acaecidos y, temerosa de que la asesinaran en cualquier momento, toma la determinación de abandonar su pueblo definitivamente.

Conjuntamente con un  grupo de mujeres que habían sido violadas, golpeadas y excluidas de su seno familiar, se retira a una zona aledaña a su aldea y allí funda un pueblo. Denomina al pueblo con el nombre de Umoja,  que en suajili, su lengua materna, significa Unidad. El pueblo sería habitado y regido solamente por mujeres, con excepción de los hijos hombres de las mujeres allí allegadas.





El rumor de la existencia de Umoja  se extendió rapidamente y a lo largo de estos años han acudido allí en busca de refugio mujeres de toda Kenia. En Umoja  se acogen jovencitas y  mujeres  excluídas del seno familiar y grupo social por haberse negado a la mutilación genital, a aceptar casamientos forzados, a soportar la violencia doméstica, o por haber sido víctimas del abuso y violación sexual.


En la actualidad, en ese pueblo donde se levantaron las primeras casas y el primer local escolar utilizando palos, barro y estiercol de vaca, las mujeres  han conseguido tener una vida digna, plena de derechos. Participan en cursos de formación dentro y fuera de Umoja. Viven de su trabajo, el cual se realiza en forma cooperativa y distrubuyen entre ellas las ganacias obtenidas en forma equitativa.

Poseen un centro de ventas  donde exponen su arte y venden sus artesanías. Al mismo se allegan turistas de todo el mundo, entre otros, los que visitan el Reservado Nacional de Samburú.




La lucha para que la mujeres logremos nuestros plenos derechos continúa a nivel internacional. Aún falta mucho por hacer, por ello, es importante mencionar, que esa lucha se haría cada vez menos ardua y menos prolongada, si todas la mujeres del mundo trabajáramos mancumunadamente para alcanzar  ese objetivo.  
  
 Vayan mi más alta admiración y respeto para las keniana Wamkari Maathai, Margaret Auma Odhiambo y Rebecca Lolosoli, la humanidad necesitan de muchas mujeres como ellas.

Hasta la próxima,

Theté/Silvia Regueira Craviotto